Es probable que todos los proveedores de planificación familiar atiendan a muchas mujeres que han sufrido violencia. La violencia física incluye actos como golpear, abofetear, patear, dar puñetazos, dar palizas y usar un arma. La violencia sexual incluye el contacto o la atención sexual no deseados, la coerción sexual y las relaciones sexuales por la fuerza (violación). La violencia contra la mujer también puede ser psicológica: insultos, intimidación, amenazas de dañar a algún ser querido, humillación, aislamiento de la mujer de su familia y sus amigos, y limitación de su acceso a recursos.

Las mujeres que son víctimas de violencia tienen necesidades especiales en materia de salud, muchas de ellas relativas a la salud sexual y reproductiva. Los proveedores de servicios de atención de salud reproductiva están en una buena posición para identificar a las mujeres víctimas de violencia y atender sus necesidades en materia de salud física, así como para brindarles apoyo psicosocial.

Las mujeres que sufren violencia a menudo buscan servicios de atención de salud, aunque muchas de ellas no harán mención a la violencia. La violencia puede dar lugar a una serie de problemas de salud, como lesiones, embarazos no deseados, ITS, incluida la infección por el VIH, disminución del deseo sexual, dolor durante las relaciones sexuales y dolor pélvico crónico. La violencia puede comenzar o empeorar durante el embarazo, poniendo también en riesgo al feto. Además, la violencia o la amenaza de violencia por parte del hombre pueden privar a la mujer de su derecho a decidir por sí misma si quiere utilizar un método de planificación familiar y cuál utilizar.